Diez días después del inicio de la huelga de los transportistas, la situación en los principales puertos de España ya es crítica. Las grandes infraestructuras portuarias del país rondan ya el 90% de su capacidad y no pueden repartir la mercancía que les llega debido a los piquetes que rodean la instalación durante horas. Incluso en zonas menos afectadas por el paro como es Barcelona ya se plantean no aceptar nuevos cargamentos en algunas terminales debido a la falta de espacio.
La primera afectada por el paro fue la industria alimentaria, especialmente el sector lácteo y el hortofrutícula, que trabajan con plazos de entrega muy cortos al utilizar productos perecederos. Dos semanas después, el impacto ya está generalizado: desde la automoción hasta las empresas textiles se ven golpeadas por la falta de piezas o materiales necesarios para mantener su actividad. Y en muchas ocasiones, los elementos que faltan no llegan por carretera; lo hacen por mar. Pero igualmente no hay manera de que lleguen a las plantas.
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Los piquetes en las principales zonas portuarias españolas se convirtieron una imagen habitual. Este jueves, los responsables del puerto de Barcelona, Algeciras, Valencia y Bilbao coincidieron en señalan que la situación actual es crítica y se sumaron a la ofensiva empresarial para pedir soluciones al Gobierno y que desbloquee las negociaciones con los transportistas.
Aunque el paro golpeó con mayor intensidad en el norte y el sur de España, zonas con menos problemas en la cadena de suministro también se encuentran afectadas. Damià Calvet, presidente del Puerto de Barcelona, advirtió en un encuentro organizado por Diario del Puerto que hay terminales que se encuentran «a tope de su capacidad» y ya trabaja en escenarios en los que se detenga la actividad si no se consigue dar salida a contenedores que no se han podido descargar.
En Algeciras, la situación es «límite y muy delicada», alertó el presidente del puerto local, Gerardo Landaluce. «La crisis no solo se vive en los puertos, sino en todo el país pues afecta a toda la cadena logística y al cinturón industrial», lamentó.
La Zona Franca barcelonesa se ha convertido en un lugar habitual de concentración de camioneros a lo largo de los últimos días. Sin ir más lejos, aproximadamente 350 transportistas de contenedores protestaron este jueves en las inmediaciones del puerto, de donde salieron rumbo a la Subdelegación del Gobierno en Barcelona.
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«La situación es muy preocupante», dijo Calvet, que cifró en un 20% de lo normal la actividad actual de la infraestructura. Existen incluso terminales que ya llegaron al máximo de su capacidad y que no aceptan ya nuevas mercancías hasta que no se consiga repartir la que está allí.
En Cataluña eso sí el paro afecta menos que a otras regiones a la distribución alimentaria. Las escenas de estanterías vacías en los supermercados son menos visibles «gracias a que se utiliza mucho producto de proximidad en sectores como los lácteos, por ejemplo», explican fuentes del sector. Las últimas cifras hechas públicas por Mercabarna hablan de una disponibilidad de pescado del 85% de lo habitual y prácticamente normalidad en la fruta y la verdura.
Bilbao paraliza el reparto por carretera
El golpe es más severo en puertos como el de Bilbao. En el mismo evento, el presidente de la infraestructura, Ricardo Barkala, admitió que los piquetes y la falta de camioneros hacen imposible el reparto de contenedores por carretera. «La distribución por este canal está paralizada», lamentó. La solución fue utilizar el ferrocarril como método de emergencia, aunque no se pudo igualar la capacidad anterior a la huelga.
La instalación estuvo bloqueada por piquetes prácticamente desde el primer día de la huelga y solamente pueden entrar los convoys escoltados por la policia. Por ello, hay barcos que se tendrán que desviar y buscar puertos alternativos para descargar la mercancía.
La realidad es parecida en Valencia. La Autoridad Portuaria coincide en hablar de «congestión» y sufre problemas parecidos a los de sus homólogos: la imposibilidad de sacar a la carretera los productos que llegan. En su caso además la situación se complicó debido a las fuertes lluvias, que obligaron a suspender la actividad marítima.