Cada uno de esos colorines es un barco esperando a entrar en el puerto de Shanghái, son más de 500 las embarcaciones bloqueadas a la espera de poder cargar o descargar en la principal fábrica del mundo.
Shanghái está siendo el epicentro de la lucha de China por contener el actual brote de COVID19, lo que les ha llevado a un confinamiento salvaje que está desesperando a sus ciudadanos y pronto desesperará al resto del planeta.
Situado frente al mar de China y con la bahía de Hangzhou al sur, este gigantesco puerto es el más importante del mundo en cuanto a contenedores gestionados, creciendo año tras año, el movimiento de contenedores del puerto de Shanghái superó los 47 millones al finalizar en 2021, batiendo su propio récord y prolongando por duodécimo año consecutivo su liderazgo.
En las fábricas chinas, columna vertebral de la economía mundial, las cantidades «limitadas» de mano de obra, además del transporte suspendido, ha supuesto que los operadores sólo pueden confiar en el inventario in situ para satisfacer a duras penas las necesidades de las líneas de producción.
El confinamiento de Shanghái amenaza un colapso de suministros mundial. La actividad portuaria se ha atascado debido a las medidas adoptadas por las autoridades locales, ante el incremento de contagios por COVID.
Si hay una ciudad que sirva como termómetro para analizar la situación económica de China, esa es Shanghái. La ciudad más poblada del país está confinada debido al repunte de los contagios provocados por la variante Ómicron. Un escenario que ha obligado a las autoridades locales a intensificar las medidas contra el SARS-CoV-2.
Pese a las medidas sanitarias adoptadas con el objetivo de evitar más contagios y reducir el impacto de la ola en la ciudad, la decisión de confinar Shanghái ha provocado un efecto rebote en la actividad económica de la ciudad, marcada en parte por la actividad portuaria, que se ha visto limitada en las últimas semanas. Tanto para la llegada como para la salida de barcos, hay atasco. Centenares de barcos esperan para cargar y descargar en la ciudad china.
La consecuencia de este atasco, según muchos expertos, es el tráfico marítimo que derivará en un ritmo de importaciones más lento, un riesgo para la cadena de suministro en el resto del mundo y sobre todo, consecuencias negativas a nivel económico para las empresas que exportan e importan sus productos desde Shanghái. En declaraciones a ‘NIUS‘ el presidente de la Comisión FETEIA, explicó los factores que provocan esta congestión del tráfico.
«Esto incide en una dificultad que no estaba resuelta y arrastramos desde 2020, como la congestión del tráfico marítimo, la falta de contenedores, una cadena de suministros debilitada», mencionó al citado medio. De este modo, se produce una situación similar a la que sucedió meses atrás con la crisis de semiconductores el pasado mes de octubre, ante la escasez de este producto a nivel global.
Según los datos ofrecidos por el Observatorio de Complejidad Económica (OEC por sus siglas en inglés), Shanghái exportó en 2020 productos por un valor superior a los 200.000 millones de euros, e importó en el mismo año por un valor de 323.000 millones de euros. En cuanto a las exportaciones, los productos más vendidos fueron máquinas de procesamiento automático de datos, teléfonos móviles, circuitos electrónicos, automóviles, grúas y material textil.
Por su parte, en el capítulo de importaciones destacan automóviles de turismo y otras materias primas como minerales de hierro, cobre y aluminio. Unos objetos que, junto a otros de otras categorías, podrían no llegar a sus correspondientes destinos a tiempo, debido a los cuellos de botella que se puedan producir como consecuencia del atasco en el puerto de la ciudad.
El sector advierte que la escasez de productos elevará sus precios. El confinamiento de cuatro semanas en Shanghái y la posibilidad de otro gran encierro en Pekín amenaza con darle la puntilla al sector de la logística, que va de sobresalto en sobresalto desde hace doce meses. Primero fue la crisis marítima de la segunda mitad de 2021, provocada por un exceso de demanda y un acaparamiento de barcos por parte de China, que multiplicó por cinco el precio de los fletes marítimos (el derecho para navegar) y duplicó el tiempo medio de recepción de la mercancía, de cuatro a ocho semanas. El segundo episodio se produjo con el encarecimiento en cadena del petróleo y de todas las materias primas, lo que ha obligado a los clientes a reducir sus pedidos y, por lo tanto, la mercancía a transportar.
El tercer episodio parte del encierro en Shanghái. “La imposición de nuevas restricciones en China supone una puntilla más para el sector de la logística y el transporte, especialmente para el transporte marítimo mundial”, recalca Francisco Aranda, presidente de la patronal logística UNO.
Anticipa que la paralización del tráfico de contenedores en Shanghai, ciudad que cuenta con el puerto con mayor actividad del mundo “tensionará aún más la cadena global de suministros y lastrará la competitividad de un sector esencial para las economías en el que cualquier cambio, por pequeño que sea, afecta a todos los eslabones de la cadena; y agudizará la inflación a la que nos venimos enfrentando desde hace ya meses”.
Aranda recalca que la crisis se prolongará durante todo 2022 y retoma la idea de reducir la dependencia logística de destinos lejanos y relocalizarla en zonas de proximidad.
Hacia otra cadena de suministro“Las empresas llevan meses replanificando operaciones continuamente para evitar el desabastecimiento. Por ello, consideramos urgente y necesario que el Gobierno impulse iniciativas que faciliten a fabricantes e industrias poder reubicarse en España para establecer otros puntos de fabricación en zonas más próximas a la demanda.
La guerra entre Rusia y Ucrania y la paralización del tráfico de contenedores en China ha acelerado la transformación hacia una cadena de suministro más corta, más próxima al cliente final y que no esté basada básicamente en costes, sino en eficiencia y garantía de aprovisionamiento ante situaciones imprevistas”, recalca.
Aunque distintas patronales consultadas admiten que es todavía pronto para cuantificar el impacto que está teniendo en sus relaciones comerciales la abrupta reducción de la actividad en el puerto de Shanghái, lo cierto es que las primeras estimaciones no son optimistas. El principal puerto del mundo, que superó los 47 millones de contenedores movidos en 2021, y las fábricas de la ciudad de Shanghái, de las que depende en buena parte la producción mundial, se mantienen tensionadas. En los últimos días, empresas como Volkswagen ya han asegurado sentirse “gravemente afectadas”. Algo que ha provocado que se declaren “incapaces” de satisfacer la demanda actual.
Una vez más, malas noticias para el bolsillo de los consumidores, ya que, a la ya galopante inflación en España, que roza el 10%, si esta situación de tensión se prolongara varias semanas, la consecuencia lógica será un nuevo repunte de precios.
Con el puerto operando al 25% de su capacidad, la situación amenaza con agravar los problemas en las cadenas de suministro que se generaron a raíz de la pandemia en 2020, y que todavía no han quedado del todo resueltos. A esto se suman las dificultades por las que también atraviesa el transporte por carretera en China, en especial ante un nuevo confinamiento en Pekín. De hecho, se estima que el número de camiones que están operando en Shanghái actualmente es un 20% inferior a lo registrado antes de la pandemia.